La historia surge de uno de los tantos mitos que existen sobre las experiencias que ocurren después de las festividades de los Diablos de Yare.
“Bendito amuleto”
Estoy seguro de que mi primo lleva el diablo por dentro. Lo conozco hace más de diecisiete años, él sólo me lleva unos meses, hemos sido vecinos en este pequeño pueblo desde que nacimos. Misma escuela, misma plaza y mismo parque hemos compartido desde que tengo memoria. Es por eso que estoy seguro de que últimamente ya no es el mismo, ha cambiado notablemente. Ahora es una persona seria, fría, de oscuros pensamientos y hasta desalmada; se ríe de la desgracia de los demás y vive encerrado en su cuarto realizando extraños cultos. Se lo he comentado a mi tía Lucy, pero insiste que sólo es una faceta por la que está pasando mi primo Fernando.

Busqué por toda la casa de mi tía, la puse patas arriba prácticamente, cuando ya había perdido las esperenzas de conseguir el objeto me lancé en la grama del patio delantero, ya no hallaba qué hacer. Estaba a punto de romper en llanto cuando observo un pequeño talismán tirado entre las hojas caídas. ¡Sí!, eso debía ser parte de la cadena de mi primo. Inmediatamente lo tomé y lo incineré.
La mañana siguiente cuando me propuse visitar a Fernando salí corriendo de la casa, y ahí estaba jugando béisbol de nuevo en la calle.
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