miércoles, 9 de marzo de 2011

Para ti

(En esta actividad se tomó una imagen al azar y se redactó un cuento a partir de ella)



Para ti



He aquí un día que tanto he esperado, pronto se oirá en los altavoces el nombre Alicia Montoya y será mi turno de subir al estrado. Nadie podría tener idea de cuánto había esperado por un momento así. Finalmente creo que lograré que mi padre se sienta orgulloso de mí, orgulloso de tener una hija. Siempre he sentido que fue una gran desilusión para él el momento de mi nacimiento, pues mi madre quiso esperar a que naciera para conocer mi sexo y -como la mayoría de los hombres de su época- mi padre ansiaba un varón.

Cuando tenía cuatro años mi vida cambió para siempre, mi madre enfermó gravemente y pasó a una mejor vida, desde entonces hemos sido sólo mi padre y yo. Como él, nunca he sido muy expresiva, soy de esas personas que entienden mejor las acciones que las palabras.  Recuerdo que toda mi vida he tratado de actuar en torno a sus gustos e intereses, demasiado diría yo. Por ejemplo, de pequeña estuve en toda clase de deportes, futbol, voleibol, kickingbol, nómbralo y yo lo intenté, en muchos casos lucía muy ruda para ser una niña. Soy una gran fanática de los juegos de beisbol y jamás he dejado de ver alguno, me encantan las armas y por eso escogí la carrera militar, sin embargo, nunca he sentido que mi padre haya estado completamente satisfecho con nada de lo que haya hecho, pues al fin y al cabo soy una mujer, y me gusta estar arreglada, ir de compras, visitar la peluquería y -aunque suene anticuado- son ciertas cosas que marcan la diferencia entre hombres y mujeres, que significan una gran barrera entre mi papá y yo.

A medida que pasaron los años la diferencia se hizo más grande, mis intereses fueron cambiando, y simplemente ya no podía ser aquella chica del equipo de hombres. Poco a poco nos fuimos distanciando, cuando entre a la universidad nos distanciamos aún más, pues tuve que mudarme de la casa al campus, y -como dije antes- ninguno es muy efusivo que digamos. Hemos llegado al punto en que por diferentes razones, hasta hoy tenía año y medio sin verlo. Siempre lo tengo presente y a veces me siento culpable pues tengo en cuenta que se encuentra solo en la casa, pero todo lo que hago, lo hago pensando en él.

Eso no trae a este momento en el que estoy a punto de recibir un reconocimiento por mi sobresaliente participación en una misión en Colombia, al mismo tiempo que me ascenderán de rango, una situación poco común y extraordinaria. Por fin escucho retumbar mi nombre en los altavoces, nerviosa, busco a mi padre entre el público, lo reconozco, ahí lo veo, con una gran sonrisa que me ha dejado sin aliento, no puedo esperar a que termine el evento para correr a donde está él, no tiene que decir nada, simplemente con su expresión sé que enorgullece de mí.

Carla Trujillo

No hay comentarios:

Publicar un comentario